Maletas

Maletas

¿Que cuánta vida crees que cabe en una maleta?

Es que la vida, en sí misma, puede ser maleta. Porque es ese abrigo con la etiqueta puesta, bordado con el estampado más top de la temporada, y son esas chanclas que se dejan ver entre las gafas y los sombreros de paja que necesitas para sentir una isla como si realmente fuese tuya.

Porque cuántas veces es vida un libro o un billón de folios subrayados y anillados en forma de apunte, y eso, que termine siendo también maleta.

Cuantas vidas caben en las fotos que nos acompañan de aquí para allá; y cuántas fotos nos caben en nuestra vida. Son infinitas las ráfagas que capturamos segundo sí y segundo también: absurdo para los que vivieron el carrete finito, esencial para los que nos movemos al ritmo del gigabyte. Ellos también son maleta porque nos anudan a personas y a conversaciones que queremos llevar siempre encima.

¿Aún crees que es calculable lo que una sola maleta puede abarcar?

Caben en ella despedidas, cambios de aire, rupturas drásticas o más previsibles, incluso caben billetes de avión comprados de última hora. Cabe todo lo que cabe en una nueva aventura que te abre alguna puerta, quieras tú o no pasar.

Es que la vida, si no es maleta, si hay alguien que no tiene aún su propia maleta, es en este instante cuando la debe de empezar a llenar.

Porque somos más viaje de lo que uno esperaba, y uno nunca sabe cuando va a tener que volar.

 

Sogni



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